
Te hablarán de los campos de té de la antigua Ceylan, pero nadie te hablará de las mujeres pequeñas que recogen las hojas una a una con sus manos, ni de sus sonrisas, ni de sus ajados vestidos multicolores, ni del frío que hace en Nuwara Eliya, a 2000 metros de altura.
Te contarán historias de la guerrilla tamil y los valerosos guerreros cingaleses, pero nadie te contará las mentiras de los españoles, los portugueses, los holandeses, los británicos y los indios.

Te nombrarán la
Perla del Índico, la lágrima que se descuelga de la India, pero nadie te nombrará las decenas de reinos que lo habitaron, sus leyendas, sus historias, la Garganta del León en
Sigiriya, el
Templo del Diente de Buda en
Kandy con sus rituales y sus festivales, los budas de 11 metros, los budas dormidos, los budas yacientes, los cientos de budas de las cuevas de
Dambulla con su hermosa historia sobre un rey y un monje.
Oirás mencionar sus playas, pero no oirás mencionar sus selvas, sus sabanas, sus inmensas cascadas escondidas, sus papayas, sus mangos, las decenas de frutas que no identificarás, o el imperdible y exquisito mangostino.

Te llegarán rumores de un orfanato de
elefantes, pero no te llegarán rumores de sus primos salvajes, de los esquivos
leopardos, de los pequeños
cocodrilos de sus ríos, de los ubicuos
monos o de los
varanos que se contonean indolentes en cualquier rincón inesperado.