Si
vas camino de Cádiz baja por el Camino de La Plata, morena, que en el camino te espera una ruta antigua entre olivos, encinas y estepas. Procura parar en Cáceres y ver sus murallas y sus castillos. Y en Mérida que te contará historias más antiguas aún. Cruza admirado Sevilla y el Guadalquivir, y orienta tu vista hacia el mar del sur, hacia la luz tan dorada de las costas gaditanas.
En
Zahara de los Atunes verás un mar grande y unas luces a lo lejos que te dicen que estás al final de un continente y al comienzo de otro. No te faltará espacio en una playa interminable y estrecha, no te faltarán ganas para el baño nada más llegar y a punto de irte. De día y de noche.
En la playa de los Alemanes verás aguas cristalinas dónde cuentan que se acercan las orcas atraídas por los atunes de las almadrabas, o las ballenas de paso al Mare Nostrum. Barbate, Caños de Meca, Conil de la Frontera, Sancti Petri, ... nombres fuertes de resonancias intensas. Gentes afables de hábitos tranquilos. Sube, sin dudarlo, a Vejer de la Frontera tan cerca del mar y tan alto. Tan blanco y tan estrecho. Tan singular.
Alarga el camino luego hasta Cádiz, aprovecha para preguntar a su gente qué hacer o dónde ir, y, si tienes un poco de suerte, nada más y nada menos que un concejal te contará que estás en la ciudad más antigua de occidente, que no te pierdas el ayuntamiento, que puedes ver el mejor flamenco allí, en esa sala donde no tendrás problemas para entrar y disfrutarlo.
Tómate, mi encantadora morena, siempre que puedas, unos días para bajar camino del sol, del viento y del océano.
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