martes, octubre 26, 2010

Sri Lanka

Te hablarán de los campos de té de la antigua Ceylan, pero nadie te hablará de las mujeres pequeñas que recogen las hojas una a una con sus manos, ni de sus sonrisas, ni de sus ajados vestidos multicolores, ni del frío que hace en Nuwara Eliya, a 2000 metros de altura.

Te contarán historias de la guerrilla tamil y los valerosos guerreros cingaleses, pero nadie te contará las mentiras de los españoles, los portugueses, los holandeses, los británicos y los indios.

Te nombrarán la Perla del Índico, la lágrima que se descuelga de la India, pero nadie te nombrará las decenas de reinos que lo habitaron, sus leyendas, sus historias, la Garganta del León en Sigiriya, el Templo del Diente de Buda en Kandy con sus rituales y sus festivales, los budas de 11 metros, los budas dormidos, los budas yacientes, los cientos de budas de las cuevas de Dambulla con su hermosa historia sobre un rey y un monje.

Oirás mencionar sus playas, pero no oirás mencionar sus selvas, sus sabanas, sus inmensas cascadas escondidas, sus papayas, sus mangos, las decenas de frutas que no identificarás, o el imperdible y exquisito mangostino.

Te llegarán rumores de un orfanato de elefantes, pero no te llegarán rumores de sus primos salvajes, de los esquivos leopardos, de los pequeños cocodrilos de sus ríos, de los ubicuos monos o de los varanos que se contonean indolentes en cualquier rincón inesperado.

domingo, enero 10, 2010

Cádiz, España

Si vas camino de Cádiz baja por el Camino de La Plata, morena, que en el camino te espera una ruta antigua entre olivos, encinas y estepas. Procura parar en Cáceres y ver sus murallas y sus castillos. Y en Mérida que te contará historias más antiguas aún. Cruza admirado Sevilla y el Guadalquivir, y orienta tu vista hacia el mar del sur, hacia la luz tan dorada de las costas gaditanas.


En Zahara de los Atunes verás un mar grande y unas luces a lo lejos que te dicen que estás al final de un continente y al comienzo de otro. No te faltará espacio en una playa interminable y estrecha, no te faltarán ganas para el baño nada más llegar y a punto de irte. De día y de noche. En la playa de los Alemanes verás aguas cristalinas dónde cuentan que se acercan las orcas atraídas por los atunes de las almadrabas, o las ballenas de paso al Mare Nostrum. Barbate, Caños de Meca, Conil de la Frontera, Sancti Petri, ... nombres fuertes de resonancias intensas. Gentes afables de hábitos tranquilos. Sube, sin dudarlo, a Vejer de la Frontera tan cerca del mar y tan alto. Tan blanco y tan estrecho. Tan singular.


Alarga el camino luego hasta Cádiz, aprovecha para preguntar a su gente qué hacer o dónde ir, y, si tienes un poco de suerte, nada más y nada menos que un concejal te contará que estás en la ciudad más antigua de occidente, que no te pierdas el ayuntamiento, que puedes ver el mejor flamenco allí, en esa sala donde no tendrás problemas para entrar y disfrutarlo.

Y luego, otro día, sigue hacia el viento, hacia Tarifa, tan al sur del sur que casi se diría que has pasado al otro lado del estrecho. Allí encontrarás cometas, aire, esquinas y arcos, y el castillo de Guzmán el Bueno. Y a la vuelta, y si tienes valor, tras rodear Algeciras, donde el océano se hace mar, y mirar de reojo a Gibraltar, atraviesa con cuidado la sierra del Parque de los Alcornocales por un camino de tierra, entre molinos, toros y dehesas.

Tómate, mi encantadora morena, siempre que puedas, unos días para bajar camino del sol, del viento y del océano.