martes, marzo 27, 2007

Argentina


Hay un país en América que se extiende desde unas cataratas enormes y bellísimas hasta un inmenso campo de glaciares, que visitan pumas y ballenas, osos polares y tucanes. Habitado por esos que se creen franceses, pero solo son italianos que en realidad hablan español. Figúrese usted, allí, en América, con sus vinos merlot, cabernet, syrah, con sus minas porteñas y esas remeras que quitan el hipo, y su Palermo pijo, con sus míticos gauchos, sus cataratas de Iguazú y su Perito Moreno, con San balompié. Sí, ya saben, che, en realidad todo es medio recomplicado.

Algún día escribiré sobre ellos y volveré...

Valladolid

La capital de Castilla, usurpadora del trono leonés, surge en medio de un llano inmenso e inhóspito. Se encierra y retuerce sobre sí misma, y en su centro se abre una plaza enorme, descomunal, de corte moderno, a pocos minutos de la Edad Media y los bares.

Hay un parque decimonónico y descuidado con pavos reales, palomas, ardillas y fuentes. Gente que se protege del frío azul del invierno de la meseta lo recorre.

Poco más se puede decir de una ciudad viva, pero insulsa, con ínfulas, pero sin aire.